You're Beautiful life

jueves, 19 de abril de 2007

Amordazado por la historia de otros que realmente si saben como coartar un crecimiento de las relaciones humanas, personas que nos alejan del razonamiento lógico y nos impulsan a los abizmantes caminos de una locura desenfrenadas. Paupérrimas historias con desequilibrados encuentros entre la línea de la verdad y la mentira, a un solo paso de caer en ambas, especies extrañas de doble filo proyectando ambigüedades creíbles al ojo humano. Momentos de ternura acompañados de despecho absoluto por la lejanía comunicativa, mundos prehistóricos entre ambos, condenados a una inexistencia cruel cuyo límite es el filo de la espada amocles, que se deja caer como una guillotina sobre las bondades de la razón ilógica de quien espera que el rumbo cambie.

Caritas improvisadas de risa espontáneamente surgidas en espera de una respuesta similar, donde no sabes si abrirte a la ternura de lo que realmente sientes o fingir no sentir nada.

Pero no se da, todo termina ahí, en la radiante y frondosa inutilidad de expresar solo que se espera.

miércoles, 11 de abril de 2007

Las esperas



Rostros de espera, inerte, pero consolada, dulcemente amarga y enternecida por las esperanzas de teñido color verde como los ojos cristalinos del que mira con paciencia.

Ideales plantados sobre la cima de una alegría elegida por el destino dominante e imponente. Placenteros jilgueros de matizados colores que dan sentido a la vida. Ruta marcada con potentes trazos que hacen surcos en el alma.

Alfil de geografía cósmica, universo que aparece majestuoso frente a una mirada, desplegado en su totalidad planteándome desafíos y obstáculos superables como las creencias en la cultura poco oxidada de la realidad tangible.

Sociedad de los secretos reportados a viva vos desfavoreciendo a los que se esconden entre la muchedumbre para pasar desapercibidos antes los ojos que reflejan la crítica certera de inconscientes miradas que repugnan la ironía de la vida.

Eso todo, solo un sin fin de ideas locas que se planean bajo la funda blanca de una almohada cálida, donde se recuesta cada noche el cabello lacio de la persona que mira transparentemente hacia el futuro de las cosas que redundan en la cima de la abandonada idea de un gesto de amor reconfortante.

En fin solo ideas relacionadas con situaciones inertes de la amarga y enternecida espera.

sábado, 7 de abril de 2007

Mirada optimista




Es aquella que trato de tener aunque me cuesta mantenerla ya que las contradicciones que se me presentan a diario van una tras otra alejándome de la realidad esperada, me cuesta encontrar el camino a la espera verdadera, me cuesta rejuvenecer cada día estos pensamientos que pesan en mi sentir, me cuesta hablar, decir, actuar, es difícil cuando todo se conjuga en un especie de universo distante que no puedo alcanzar.

Es posible mirar paciente las metas, y los deseos, es posible hacer la fila y ponerse a esperar largamente a que el destino cambie, pero el precio para al alma es insuperablemente valorizable.

Confío que todo puede cambiar y el rumbo del tiempo puede esforzarse por apoyarme un poco y darme una gota espontánea de pequeños reflejos de luz para mi espera. Por ahora solo conozco la palabra resignación, entrega y paciencia. Y me pregunto cual de las tres es la más difícil de alcanzar, creo que la resignación fue mi primer peldaño en superar, la entrega llegó por si sola, pero aún me falta la paciencia, creo que es la más difícil, en todo caso lo único que espero es que este placebo de esperas no se quede en el camino y se pierda entre la escoria redundante de la cotidianidad

El desasosiego es parte intrínseca de la paciencia desfavorecida que me ha tocado presenciar, es un abismo degradante y denigrante, es una especia de fe absoluta en algo que no se ve, que no se toca, solo se puede sentir.

Sendas de seda, trazos de tijera zigzag, boom de esponjosas tonteras que solo tienen sentido si he de esperar.- Impresora sin tinta que no termina de pasar hojas y hojas escritas en letra incolora e inconclusa, ya que todo no se revela, nada se escribe, solo existen percepciones abiertas, números infinitos imposibles de calcular.

Por ahora, solo eso, nada más que sencibilidad.

jueves, 5 de abril de 2007

Días blancos, días negros



Hay días en que pienso que las respuestas están todas en nuestra casa, no me refiero a aquel espacio físico en el que habitamos, sino a esa casa espiritual que sostiene nuestra mirada, aunque los problemas siempre están ahí y no se pueden ocultar con un solo dedo, a veces es mejor dejar que el río tome su propio curso y no tratar de intervenir y esforzarse por cambiar el ritmo y rumbo del agua hacía otro lugar, después de todo siempre va a correr por la parte mas adecuada.

En todo caso, creo que debemos tener a mano nuestro bote salvavidas para no ahogarnos en este caudal turbio y potente que abate y remece todo lo que encuentre a su paso.

Cuesta enfrentarse a la realidad cruda del desamor, la lejanía y casi inexistencia que genera el estar por mucho tiempo en el rincón oscuro esperando que amanezca para uno.

En fin, la reflexión de hoy solo quiere decir que a veces es mejor simplemente olvidar y tratar de esforzarse para no pensar en aquello que nos reduce y condiciona a una falsa de expectativa de espera incansable de respuestas que difícilmente en este momento vendrán.

El tiempo tiene su momento preciso, el es el dueño de su querer y su parecer, no es un reloj de arena a lo que refiero sino a la eternidad abizmante entre nuestro tiempo y el propio tiempo del tiempo. ¿Suena raro no? Pero es así, el tiempo es su propio dueño y deja que las cosas ocurran cuando uno menos lo espera. Pero, por algo será.

miércoles, 4 de abril de 2007

Otro día más de caminar




Otro día sin dejar de ser el espectador de cada suceso que acontece en mi vida, otro minuto más, contemplando los desaciertos, los pasos erróneos, un despertar sin alegría, un despertar sin emociones, un despertar sin despertar, solo un acto físico que me obliga cronológicamente a hacer y ejecutar labores cotidianas.

Hoy quisiera aferrarme a lo que soy, a lo que siento y vivir solo eso, nada mas, olvidar las sensaciones insensatas de una no mirara, de una no respuesta, de un “no” y “NO”.

Hoy es difícil comprender lo que ocurre, ya que hay entorpece mi olfato, un bruna poco alentadora que solo genera deseos de dormitar, y solo eso, no pensar, no mirar, no actuar, solo ser un campo magnético sin vida, una especie de mar muerto, oscuro, sin sal, agua sin sabor.

Quisiera respuestas, ideas pragmáticas que revelaran donde está “esa” respuesta, un qué debo hacer, ja, si se pudiera pagar por eso, sin embargo solo me permito la compañía de un simple cigarrillo una lata de cerveza desvanecida, aguada y sin color.

Miro a mi alrededor y no veo nada mas que mi teclado y mis manos mientras escriben, solo puedo hoy el ruido sin sentido del presionar y presionar teclas y teclas que suenan una tras otra mientras trato de vaciar los vagos pensamientos que en este minuto ensordecen mis sentidos.

Deseos de estar a oscuras sentado en un rincón de la pieza, como si esperada que alguien la encendiera y preguntara que te pasa y ese alguien fuera justo aquella persona que desearías que fuera.- Pero plop, mil veces ja ja, sería como creer en cuentos de adas que por cierto no existen. La vida no es así, solo nos deja vivirla, no permite tener deseos pero jamás ha pensado en concederlos.- porque solo es eso, vida que nos permite vivir.- pero para que estamos si no es para vivir? Buena pregunta…

martes, 3 de abril de 2007


Actuar sin pensar… pensar y no actuar

A veces medito en lo desdichada que puede transformarse la vida en un instante, cuando el corazón se llena de lamentaciones inminentes que proliferan el alma, malgastándola en largos suspiros que no se pueden atenuar con nada.

Hoy me siento así, con un sentimiento extraño que no he podido defragmentar, hoy es un día en que el universo de emociones diarias se transforma al término del día en una nada absoluta, ese temido y esperado encuentro con la soledad emocional que me ha tocado enfrentar este ultimo tiempo, abolidos sentimientos que se esconden en lo rincones mas profundos de mi corazón. Ya siento que pierdo sensibilidad y que este aguijón no me deja ver, siento como si una lágrima enorme me obstaculizara la visión, dejándome sin objetividad para ver las cosas, situándome en una especie de suspensión inerte en que la nada no se transforma y no aflora mas que una triste historia conmovedora que me hace sentir sin piel.

Soledad cruda y devastadora, desarraigada historia de verdad, perdida en un tumulto de amargados tejidos de desteñido color, tela sin fibra, hijos destejidos por el malgastado tiempo, calcetines rotos por el uso frecuente sin conciencia de que estaban a punto romper, cuellos de camisas sucios y mal olientes que aunque laves no cambian, ya que la historia se escribió así, sin un hilo conductor, solo ápices de de emociones descontinuadas y situaciones que llevan una a la otra sin secuencia, un especie de sentencia desesperada de cotidianidades que afectas hasta el mas estructurado pensamiento.

En fin. Historia sin principio, historia sin fin, caminos sin certeza, viejos aparadores vacíos, escaleras en desuso, veredas de tierra, piedras horadadas por la lluvia, guijarros rotos, clavos oxidados pero punzantes, prestos a ser utilizados en la reparación de un centenar de historias viejas, trizadas y punto de llegar al “off”.

Basura, solo eso… papeles arrugados sin usar, rendijas de una casa vieja por donde se cuela el frío paralizador de las pulsaciones del cuerpo.-

viernes, 2 de febrero de 2007

El dolor de la relaciones que se acaban



Pero el problema no está en el dolor, que es parte intrínseca de las relaciones. El problema real consiste en no aprender de la experiencia.
Cuando las relaciones acaban, el sabor a vacío que siente nuestra boca, no es otra cosa que el tufo del vacío real que habita en nuestro ser. Y el dolor, sea grande o pequeño, en sí mismo no importa, pues el tiempo lo desaparecerá como desaparece casi cualquier sentimiento. De hecho estoy convencido de que el odio real, dura más que un amor verdadero. Y aún aquél muere tarde o temprano, pues la premura de nuestra propia vida se impone y termina venciendo.
La experiencia del dolor es única y posiblemente tan valiosa como la experiencia del amor. Y no hay intensidad mayor que la primera vez, para ambos casos.
No es cuestión de curtirse el cuero, ni de colocarse una armadura de acero para evitar así futuros dolores. Con eso solo le negamos una segunda oportunidad al amor. La armadura no nos protege, nos aísla. Y si descubrimos que se nos es difícil olvidar, solo tenemos que tomar un poco de aire y esperar. Aún las obsesiones se olvidan y solo dejan un rastro de recuerdos que el tiempo los convierte en placenteros.
Pero, ¿por qué a veces el proceso es tan largo?. Puede ser simplemente por falta de voluntad. Después de una relación intensa, y de un rompimiento doloroso, lo primero en llegar al suelo no suelen ser las lágrimas, sino la autoestima. Esto hace que sigamos detrás del amor perdido durante un tiempo. Y si nuestra falta de voluntad no nos permite retirarnos a tiempo, solo logramos intensificar el dolor y prolongarlo.
Nadie niega la posibilidad de una amistad, pero es preferible que no sea inmediata, ya que las cosas pueden confundirse o malinterpretarse. Las relaciones recién disueltas no se convierten en amistades invalorables de la noche a la mañana. Hay que dejar que el tiempo y la distancia cicatricen las heridas, suavicen las aristas y resten importancia a los rencores. Posiblemente conozcas mejor que nadie a la persona con la que acabas de terminar. Eso no te convierte en su mejor amigo o en la persona con más autoridad sobre su vida. Te convierte más bien, en una posible fuente de dolor, si es así mejor aléjate un tiempo.
Cuando el dolor nos envuelve nuestra mente no deja de maquinar todas las posibles alternativas que lo intensifican. Es así como llegamos a pensar en las situaciones más descabelladas. Y no hay instante en el día en que alguna de nuestras alucinaciones no nos hagan sentir mal. Los celos nos carcomen y no nos dejan vivir en paz. La sensación de pérdida se hace mayor. Y comprendemos por enésima vez que sin la otra persona no somos nada. Es decir nos martirizamos hasta el hartazgo.
Y es que no existe nadie mejor que nosotros mismos para hacernos sufrir. Cuando entramos en el juego de “todo detalle está en mi contra” no hay forma de que algo o alguien nos convenza de que la vida continua y es mejor olvidar. Volteamos una y otra vez sobre nuestros pasos y no vemos que en el horizonte el camino se encuentra esperando que nos dignemos a seguirlo.
Descubrir por qué razones la relación terminó destruyéndose puede ayudar. A veces entendiendo las fallas nos convencemos de que es mejor separarse. Posiblemente esto nos dé algún tipo de aliento. Sin embargo hay dolores tan fuertes que nos llevan a pensar que es mejor no seguir. Que es mejor dormirse y no volver a despertar. El dolor del amor tiene esa exquisita capacidad para parecer eterno. Y nuestro ser se siente demasiado débil como para soportarlo un instante más. Es por eso que muchos se suicidan por penas de amor. Creemos firmemente que no existe persona en el mundo de la cual nos podamos enamorar nuevamente. Pensamos que la oportunidad de nuestras vidas se nos escapó de las manos. Y nos vislumbramos como solitarios eternos. No hay persona que se compare con la que hemos perdido, no hay instante que se asemeje a los vividos, no hay sensación que se acerque siquiera a lo sentido antes. Todo lo pasado es demasiado bueno como para ser repetido. Y nuevamente nos encontramos en el círculo vicioso de la autoflagelación, que con cada giro se hace más severo y pernicioso.
Finalmente solo nos queda cumplir con nuestra cuota de sufrimiento, y aprender. Descubrir en qué se falló, permite tener un bagaje fortalecedor y sano para nuestras relaciones futuras. La experiencia del dolor no nos convierte en seres poseedores de toda la sabiduría respecto a las relaciones de pareja, pero nos prepara mejor para lo venidero. A pesar de aquello, todo lo aprendido no nos asegura que no nos volvamos a equivocar. Sin embargo nos conduce a una siguiente relación mucho más maduros y comprensivos.
Si es que la experiencia del dolor no nos enseña absolutamente nada, hemos sufrido gratuitamente y talvez merezcamos nuevamente otro fracaso aleccionador. Aunque en sí misma la experiencia es aleccionadora.